Jefes insoportables: ¿Qué hacer?


Hace algunos años, los especialistas de Estados Unidos comenzaron a interesarse en el "sistema japonés de gestión empresarial" Según este sistema los empleados son la élite empresarial de Japón por lo que las nuevas generaciones en Japón sueñan con una carrera en estas empresas, pero sólo unos pocos alcanzan esos puestos de trabajo. La calificación para estos empleos se limita a pocos hombres y mujeres que se gradúan de las treinta mejores universidades en Japón.
Se describe el proceso de decisión japonés como Ringiseido. Ringiseido es como una oportunidad de igual rango entre directivos y empleados de un grupo dentro de la empresa para participar en una idea. El proceso se adhiere a la voluntad cultural japonés de la armonía entre todos los individuos. La acción física de ringiseido se conoce como el proceso de decisión ringi. Este proceso promueve un ambiente de apoyo y consenso para una decisión una vez que un directivo de rango superior ha revisado y aceptado la decisión recomendada.
El término de ringi tiene dos significados. El primer significado rin, es presentar una propuesta a los supervisores y recibir su aprobación, y el significado de gi que son las deliberaciones y decisiones a tomar.
Una vez que todos los participantes han revisado el ringisho y sus comentarios sobre ringisho y ponen su hanko (sello)en él. El administrador de nivel superior hace la decisión definitiva y el ringisho se envía hacia su creador que la revisa, basado en el hanko del Director de nivel superior.

Muchas veces en el mundo occidental somos víctimas de un jefe inepto. Un jefe inepto provoca la falta de interés de los empleados, lo que a su vez disminuye la productividad. En vez de esforzarnos por conseguir resultados, muchos de nosotros nos amoldamos a las reglas inútiles, nos convertimos en esclavos, y nos preocupamos sólo por conservar el empleo. Algunas personas emplean la mayor parte de su tiempo intentando adivinar qué es lo que el jefe quiere, para después hacerlo, sin tener en cuenta si es de utilidad o no.
Frente al estrés que ese ambiente provoca en sus empleados, muchas compañías ofrecen clases de yoga o deportes. Si bien es cierto que practicar actividad física resulta beneficioso, esto no cambiará sustancialmente las cosas. ¿Acaso te ves reflejado/a en estas afirmaciones? Si estás convencido/a de que los culpables son los directivos de la empresa o tu jefe, sigue leyendo este artículo.
Actúa
Un jefe competente es algo que vale la pena buscar o por lo que es digno luchar. Con superiores eficientes, te sentirás importante. Aprenderás. Los logros que obtengas y tu capacidad para desarrollar la tarea te proporcionarán satisfacción y orgullo. Actuarás como parte de un equipo de trabajo. Pondrás entusiasmo en lo que haces. Te motivarás y tu rendimiento irá en aumento.
Un jefe inepto echa por tierra estas satisfacciones. Te convertirá en un ser malhumorado que debe aceptar las condiciones ya establecidas. Aprenderás a no dar más de lo que recibes, y al no rebelarte, pasarás a ser uno de ellos.
Si aprendes como tratar a tu jefe o te preocupas por hallar uno que sea competente, es probable que tu trabajo te resulte mas divertido, y le proporciones mayores satisfacciones, es factible que te sientas más motivado/a y que tu salario aumente.
Para lograr esto, la relación entre tu y tu jefe debe satisfacer tus necesidades; deben trabajar de manera tal que los estilos de ambos se complementen. en un clima de respeto mutuo, deberían ser capaces de expresar con claridad lo que esperan uno del otro. Es necesario que la relación se base en la confianza y la sinceridad.
Tanto tu jefe como tu necesitan sentirse poderosos. Una relación sólida implica que los dos deben tomar conciencia de que dependen el uno del otro para lograr objetivos personales. Aprenderán a pedirse ayuda cuando lo necesiten, esto no significa sólo calmar la neurosis del otro, sino conocer y respetar las aptitudes y compensar las fallas de cada uno. También significa que ambos deben estar dispuestos a escucharse y a decirse lo que piensan, sin inhibiciones.
¿Por qué somos tan complacientes?
En un principio creemos que las empresas son sitios racionales y que los que mandan son mas inteligentes, y comprenden el manejo de la empresa mejor que nosotros. Con el tiempo nos damos cuenta de que los lugares en donde trabajamos son complejos, y a veces hasta caóticos. Que allí se pueden tomar decisiones racionales y también ilógicas, y que nuestros superiores no siempre tienen la pericia , ni la inteligencia que se requieren para ser jefes competentes. Esto lo entendemos después de años de desiluciones. Nos lleva tiempo caer en la cuenta de lo que sucede, porque la cultura prevaleciente nos impide sacar conclusiones y actuar según ellas.
El respeto a la autoridad fue valorado por nuestras familias y maestros. Aún para aquellos padres deseosos de que sus hijos aprendan a pensar por cuenta propia, les resulta difícil tolerar que se cuestione su autoridad. De más está decir que es necesario que haya orden en la sociedad; somos muchos en este planeta como para que cada uno haga su voluntad. Debemos evitar el caos, pero sin dejarnos llevar como idiotas.
Ser cordial y amable es lo que determina nuestra sociedad con respecto a los buenos modales. La colaboración, la cooperación y la confianza son tres virtudes maravillosas y necesarias para formar una sociedad pacífica y productiva; pero esto no significa que no debamos tener ideas propias.
Hoy en día, en la mayoría de las empresas, se respira un clima de terror y esto hace que la gente malgaste tiempo, dinero y esfuerzo, con tal de evitar un conflicto y lo que es peor: un despido!
Es necesario que aprendamos a tener más carácter. Sin destruir lo ya establecido, debemos innovar. Sin ser insolentes, debemos discutir las decisiones que afecten nuestras vidas. Sin herir, debemos poner en claro nuestras objeciones.
¿No hablar equivale a no pensar?
En las empresas de hoy, la mayoría de la gente no tiene el valor necesario para hablar con franqueza. Los directivos hacen sugerencias vagas y, en su deseo por complacerlos, los empleados las llevan a cabo como si fuesen órdenes. conferimos a nuestros jefes el poder que ellos tienen sobre nosotros. Lo hacemos cuando requerimos su aprobación, cuando cooperamos con ellos. Nuestro sentimiento de culpa hace difícil resistir una orden. Pero si nos propusiéramos, podríamos cuestionar las tareas más demenciales, expresar nuestras necesidades y exigir que se nos trate con el respeto que merecemos. A veces lograríamos mejorar la situación tan solo con hablar.
Pero para hablar se necesita valor. ¿Y de dónde sacarlo? En primer lugar debes tomar conciencia de que está en juego tu felicidad y bienestar. Algunas investigaciones han demostrado que la satisfacción laboral ocupa el segundo lugar-después del amor- en la escala de los motivos que proporcionan satisfacción a una persona. Tu jefe cumple un papel muy importante en tu gratificación laboral. Las medidas que tomes para mejorar la relación, forman parte de tu intento por lograr la felicidad.
Analiza tu situación y actúa
Si tienes miedo de hablar con tu jefe, analiza si estos temores son fundados y si tus expectativas son realistas. Se valiente, pregúntate si tu jefe es tan inepto como dices. Si ha estado en desacuerdo con todos los jefes y empresas que ha trabajado, piensa si no los estará convirtiendo en chivo expiatorio de tus propios problemas. Algunas personas se sienten prisioneras en sus trabajos, y al cambiar de empleo, se dan cuenta de que esta sensación los acompaña. Quizás seas parte del problema.
Comprende que, independientemente de quién tenga la culpa, eres tu el que debe tomar la iniciativa de actuar. No permitas que el tiempo pase, no alimentes la fantasía de que la directiva reorganizará el departamento y cambiará a tu jefe por otro mejor, ni que éste morirá aplastado bajo una caja de seguridad. si eres víctima de un explotador, deberás organizar tu propia liberación. Pero ten en cuenta de no provocar escándalos. Discutir resultará más difícil para ti que para tu jefe; él se las dará de sabelotodo, mientras tu te enfureces; él conservará la calma, mientras tu sientes que tu presión va a estallar. Demuestra ante los demás que sabes como afrontar los problemas. Encontrar el término medio entre el fanatismo y la cobardía puede resultar muy difícil. La solución práctica consiste en sacar ventaja de la catástrofe, es decir, demostrar que puedes con ella.
Caminos a seguir
Si tu jefe es un inepto, puedes: esforzarte por mejorar la relación, tolerar la situación sin protestar, o conseguir otro empleo. De las tres posibilidades, la segunda es la menos aconsejable. En primer lugar, pocas personas pueden sonreír cuando no están a gusto con algo.
Protestan y se lamentan. Se enferman y vuelven locos a sus familiares y amigos. Haz desaparecer al quejoso crónico; recuerda que a los mártires se los admira y ama después de muertos.
Una posible salida es modificar la relación con tu jefe (no modificar al jefe). Si crees que va a cambiar la personalidad de tu jefe, renuncia ya mismo. Años de terapia no garantizan que una persona modifique los aspectos básicos de su personalidad. Por lo tanto, es poco probable que logres algún milagro.
Primero intenta comprender mejor a tu jefe y a ti mismo. Reflexiona acerca de sus cualidades y sus puntos débiles. Compara la manera que te gusta trabajar y el estilo de dirigir de tu jefe. Piensa acerca de los objetivos de ambos y de lo que cada uno hace por cumplirlos. para que la relación jefe-empleado sea apacible, deben cooperar e uno con el otro con la intención de poner en claro estos objetivos, prestando atención a las aptitudes de ambos, y estableciendo un estilo de interacción que los dos acepten.
Si has tenido problemas con frecuencia, detente a pensar su origen. ¿Qué aspectos de tu comportamiento o el de tu jefe causan roces? En vez de encasillar a tu jefe, busca una manera positiva de analizar el problema. Descubre de qué forma tu jefe quiere trabajar y comunicarse, y qué cosas lo irritan. Adaptarse un poquito a las circunstancias puede en algunos casos ser la solución. A menudo la supervivencia depende de la capacidad de adaptación.
¿Cómo reconocer a un buen jefe?
No se puede saber si un directivo es competente o no por su aspecto; pero sí podrás conocerlo observando sus actitudes. La personalidad influye, pero un buen jefe no necesita ser agradable; la amabilidad puede representar una cualidad peligrosa, puede ser la causa de que permanezcas en el empleo más tiempo del necesario, o de que te sientas culpable cada vez que el jefe te critica dulcemente.
Necesitas un jefe que te ayude a sentirte capaz y poderoso7a. Necesitas alguien que te enseñe y te permita desarrollar tus habilidades y no que haga las cosas por ti.
Un buen jefe no siempre es un buen líder. El líder debe anticiparse a los acontecimientos y saber comunicar esta visión a los demás; debe ser obstinado en el cumplimiento de los objetivos. Un jefe competente se caracteriza por el interés que pone en su labor, su dedicación hace que nos acerquemos a él y a su trabajo.
Si deseas observar los resultados de una buena dirección, presta atención al grado de compromiso y entusiasmo de la gente. Aquellos que confían en sus directivos, se dedican de lleno a las tareas sin preocuparse por problemas externos.
Un jefe competente necesita confiar en sus subordinados y en sí mismo. Es capaz de sentir como los demás, y ser el primero entre sus iguales en la búsqueda de soluciones y planes de acción.
La flexibilidad es otra característica importante. Si tu jefe es uno de los que tiene que hacer todo a su manera y no te permite poner en práctica tus ideas, tu creatividad puede evaporarse. También es importante que establezca un orden de prioridades y dé lugar a posibles cambios.
Un buen jefe se preocupa por lograr una buena comunicación, imparte instrucciones claras, explica las prioridades, alienta, escucha, y premia el buen rendimiento.
Todo esto no implica que un buen jefe sea un ser cariñoso. Es una persona que mantiene la disciplina, toma decisiones severas y hace lo necesario para que el grupo de empleados a su cargo desempeñe la tarea con éxito.
Un buen jefe te permite saber lo que pasa dentro de la empresa. Brinda información. A diferencia de sus temerosos colegas, considera que la información debe compartirse y no almacenarse para ser utilizada como herramienta de poder.
Se ha estado hablando de la conducta de un jefe y no de su personalidad. Esta clase de jefes puede mostrar distintas personalidades. Por eso sería ideal que tanto tu como tu jefe se adapten uno al otro y se sientan satisfechos de trabajar en equipo. Un gran jefe puede convertirse en uno de tus mejores amigos.
Aceptar las equivocaciones de tu jefe es un paso importante en el proceso de lograr satisfacción laboral. Si esperas que se comporte como un dios, la relación entre ustedes nunca será positiva. Pone en la balanza los puntos débiles y las virtudes. Si este último platillo se inclina mas, deja las cosas como están. Evalúa a tu jefe dentro del contexto de exigencias y presiones en los que trabaja. A veces, alguna conducta insoportable obedece a alguna presión externa pasajera, y con un poco de paciencia de tu parte, el mal humor desaparecerá.
Hablar con el jefe
En primer lugar, hay que tener en cuenta que sólo tu puedes expresar tu propio punto de vista; el jefe no puede leer tu mente. Aunque lo intente, puede equivocarse. Si escondes información, los demás notarán que hay algo que te consume. Un dejo de amargura en los ojos, un rendimiento deficiente, un comentario mezquino, te traicionarán. La mayoría de los jefes interpretarán que este comportamiento es parte de tu personalidad problemática, de tu falta de motivación originada por tus propias dificultades y, sin lugar a dudas, de tu escasa capacidad. Para evitar que tus mensajes inconscientes se malentiendan, éstos deben tornarse conscientes y explícitos, y ser emitidos en una conversación planificada:
Piensa como te vas a enfrentar con él: se claro/a en tus pretensiones, di concretamente lo que quieres.
Selecciona tus demandas: establece prioridades y comienza por los puntos mas importantes.
Antes de hablar evalúa tu idea: si tus expectativas son realistas, si serán lógicas para él, etc.
Descubre que clase de persona es tu jefe: las metas de él determinarán su reacción a tus pedidos.
Piensa en las presiones a las que está sometido: y verifica sus conjeturas.
Prepárate para exponer tus ideas en perspectiva: no lo agobies con explicaciones obvias, ni excesivas.
Ten en cuenta cómo va a comunicarse::presta atención al modo en que tu jefe suele comunicarse.
Haz que tu mensaje resulte atrayente: no permitas que se distraiga
Controla su tiempo: elije el momento en que él tenga tiempo y energía física y mental.
Presta atención al lugar: necesitas un espacio privado donde te sientas seguro de ti mismo.
Lleva los datos contigo: ten a mano la información que necesitas para corroborar tus quejas.
Practica: imagina la reunión. Ensaya con alguien que represente el papel del jefe. Se positivo.
Por lo general, las personas atraviesan tres etapas antes de responder a un problema: primero dicen que el problema no existe, segundo aceptan que existe pero niegan tener alguna responsabilidad y tercero admiten que hay un problema y que pueden hacer algo al respecto.
Ten en cuenta que en ninguna de las tres etapas reconocen que la culpa es de ellos. Tu objetivo debería ser que tu jefe pase de una etapa a otra, no esperes que se haga auto recriminaciones, ni que se angustie. Intenta mantener una conversación tranquila, que satisfaga a ambos y les permita cumplir las tareas con dignidad.
Puede ocurrir que el jefe rechace tu sugerencia o niegue por completo la existencia de un problema. El jefe puede deshacerse de ti en diversas formas: "Este no es nuestro modo de hacer las cosas...", "me está obligando a hacer algo..." "es injusto, no sabe trabajar en equipo...", etc.
La mejor manera de hacer frente a estas tácticas consiste en tratar de descubrir las razones que él tiene para resistirse. Otra manera es llamarle la atención con delicadeza: "usted siempre posterga la reorganización que prometió...", "presiento que en realidad no desea hacer el cambio...", etc
Es aconsejable emplear los métodos más directos a tu alcance para enfrentar a tu jefe, no importa lo escurridizo que sea. Tienes que tener en cuenta que libros para directivos aconsejan toda clase de métodos maquiavélicos con sus empleados: desde la intimidación hasta la seducción. Por ejemplo, si un empleado se niega a realizar una tarea, el superior debe apelar a sus inseguridades, como decirle que no tiene valor suficiente para aceptar el desafío. Estos ataques solo darán resultado, si te dejas llevar por este ardid psicológico. Si aprendes a reconocer y a hacer frente a estas engañosas estratagemas, habrás adquirido una habilidad invalorable, no sólo para utilizarla con directivos, sino para todo tipo de manipulaciones, incluso comerciales.
Tipos de jefes
Jefes dictadores
Los jefes siempre ejercen algún tipo de poder, y las relaciones de poder pueden ser tanto buenas como malas. Cuando tu y tu jefe comparten objetivos y utilizan sus aptitudes para lograr un beneficio mutuo, la relación de poder es positiva. Pero cuando el jefe toma demasiado en serio los papeles de controlador y guía y los emplea como elementos de poder, tendrá problemas.
Si tu jefe abusa del poder, puedes darte cuenta por una serie de comportamientos. Existe aquel del "primero yo y siempre yo". Esta clase de jefe se enfurece cuando intentas tomar una decisión. Convierten la oficina en un centro de explotación, quedándose con todo el trabajo interesante y dándole a los otros el tedioso. Ellos llevan los halagos y tu las culpas.
Los jefes maliciosos suelen ser duros en las críticas. Subrayan los errores y no tienen en cuenta los logros de sus empleados. Son insensibles a las necesidades humanas. Censuran a quienes son vulnerables y los critican en público.
Los explotadores exageran con respecto al trabajo. Exigen cosas imposibles y fijan plazos irracionales.
A estos dictadores de poca monta les gusta saber todo. Existe una diferencia entre su curiosidad morbosa y las verdaderas necesidades que tiene un jefe de saber lo que sucede en el departamento a su cargo. A veces buscan información para utilizarla en contra de alguien cuando llegue el momento.
Lamentablemente, los tiranos triunfan, al menos a corto plazo. A veces, esta clase de gerentes puede crear un grupo de oposición entre sus subordinados. Suelen provocar frecuentes cambios de personal y un elevado ausentismo. Trabajar para ellos resulta demasiado caro. Puede provocar estrés o una úlcera. O el daño puede ser psicológico: humillándolos el tirano busca crear una actitud servil entre sus empleados.
¿Cómo tratarlos?
En primer lugar, deja de sentirte una víctima: eres responsable de tu propia actitud. Recuerda que los tiranos escogen a sus víctimas. si dejas de comportarte como tal, tu jefe tendrá que satisfacer con otra persona su necesidad de superioridad.
La fortaleza para resistir puede surgir de tu interior o provenir de circunstancias externas. si te mantienes firme y cumples con tu tarea, sin perder la calma ni sucumbir ante la presión injusta, podrás triunfar.
Si decides quedarte, aprovecha al máximo tu relación con tu jefe; aproxímate al tirano con precaución; asegúrate de que tu tono sea amistoso y tus quejas causales. Las conversaciones simples y directas acerca de lo que hay que hacer en el futuro pueden resultar positivas.
Pregunta, no formules un ultimátum. Refiérete al curso de las cosas pero no a la autoridad del jefe. Una vez finalizada la discusión, haz un resumen por escrito y documenta cualquier acuerdo al que hayan llegado.
Asegúrate de que tu conducta sea coherente. Si te rindes ante las amenazas, aún en forma parcial, éstas no desaparecerán. Evita provocarlo; si él sólo desea oír buenas noticias, busca una manera neutral de comunicarle las malas. No pierdas la calma. Los insultos resultan ser los más difíciles de aceptar. Aunque se refieran a tu persona, recuerda que eres sólo la víctima del momento, que tu jefe sólo busca descargar su malhumor y que tu te has cruzado en su camino. Adopta un tono casual y expresa tu punto de vista con calma.
No toleres un comportamiento grosero. Si tu jefe deja de prestare atención mientras hablas, sugiere regresar en otro momento más adecuado. pero no salgas de la oficina sin fijar la fecha para la nueva cita. si comienza a criticar tus errores en público, propone continuar la discusión en otra oficina. si estas sentado-o de pie- delante del escritorio del jefe mientras recibes los reproches, coloca una silla al lado de él y siéntate. Haz que tus esfuerzos resulten notorios. Si procuras que el trabajo parezca fácil, el tirano se convencerá de que no te esfuerzas. Prepárate para los ataques. Los dictadores no toleran que se opongan a sus ideas. Si lo haces y el jefe adopta técnicas agresivas para someterte, no te rindas. sin insistir, presiona para obtener la decisión que desees. Si temes que tu jefe ignore tus argumentos contrarios, escucha lo que tienes que decir y pide un poco de tiempo para pensarlo. Escribe tu análisis en un memorandum incluyendo tu propia solución para el problema. Algunos jefes que no soportan ser desafiados en público, pueden ser capaces de leer un informe con objetividad.
Elije los temas de discusión: no pretendas ganar en todo. Habrá temas que no tienen importancia para ti, pero sí para el jefe. Cede en esos. A veces, ninguna de estas sugerencias da resultado. El jefe puede ser tan indiferente e irracional que se te agotará la paciencia y decidirás cambiar de empleo.
Jefes vacilantes, débiles y fantasmas
Muchos conocerán a estos tres tipos de jefes: los que no se atreven a dar órdenes precisas (débiles), los que modifican las reglas constantemente (vacilantes) y los que nunca están para guiar o dar ánimo a sus empleados (fantasmas). Si bien son diferentes, tienen causas comunes, producen los mismos resultados y requieren respuestas similares.
Algunos pierden su devoción por el trabajo. Otros nunca sumen su condición de jefes, porque les incomoda el poder y no se sienten seguros en su papel de directivos. No saben cómo llevar el control sin resultar mandones, de modo que no asumen ninguna responsabilidad.
Las secretarias suelen sufrir el peor aspecto de los débiles; estos pretenden que los cuiden, les lleven la comida, ordenen lo que ellos desarreglan y los busquen por todos lados cuando los solicita un superior.
Los vacilantes tampoco se sienten cómodos con el poder. Intentan cumplir sus tareas, pero no tienen el valor suficiente para apoyar sus propias decisiones. Pierden tanto tiempo considerando los aspectos de un problema, que nunca llega a decidirse. Algunos están realmente alterados; unos, temporalmente porque afrontan serios problemas personales, y otros permanentemente porque han sufrido todos los problemas que hacen que la gente enloquezca.
En cambio, si tu jefe no está nunca en su oficina, no podrás quejarte por recibir órdenes imprecisas; no recibirás ninguna.
A veces se trata de una legítima necesidad empresaria, y otras, por un estilo de trabajo. En ambos casos, si trabajas para una silla vacía, debes tomar ciertas medidas para lograr una relación empleado-jefe que te satisfaga. En primer lugar debes mantenerlo al tanto de lo que sucede, de esta manera puedes evitar que adopte decisiones irracionales.
Existen varias maneras de esquivar obligaciones o eludir responsabilidades. Es posible que él finja no comprender el problema. Puede evitar la sugerencia de un empleado con la conocida frase: eso va contra las reglas de la compañía. O puede negarse a tratar el problema. También puede eludir las dificultades haciéndoles saber a sus empleados que no desea escuchar ninguna noticia negativa.
En el juego de escapar a la toma de decisiones, se ponen en práctica tácticas deshonestas y tramposas: "Necesito más información...", "No es problema nuestro...", "¿Porqué hapermitido que suceda esto?..."
¿Cómo tratarlos?
Primero analiza tus propias dudas sobre ti mismo. Si no sabes a qué le tienes miedo, nunca descubrirás si son los temores del jefe o los tuyos los que causan el problema.
Aprende a fomentar la confianza en ti y en tu trabajo, investigando y fundamentando tus ideas con los datos. Inspírale seguridad, así él tendrá el valor de aceptar tus sugerencias.
Cuando tengas que tratar con un vacilante, anota. Cuando lleguen a un acuerdo, detalla todo por escrito. Quizá te parezca un hábito burocrático muy odioso, pero al menos tendrás un argumento de defensa cuando el jefe se olvide de lo que dijo.
Aprende a descubrir sus estados de ánimo y hablale en momentos oportunos. Si tu jefe hace lo mismo que el avestruz, no pretendas que se haga cargo de todos los problemas; conténtate si logras que se ocupe de los temas más importantes. Cuídate del jefe que traspasa la responsabilidad de tomar decisiones. Aunque en algunos casos, los jefes delegadores pueden ayudarte en tu crecimiento. No te amilanes y acepta responsabilidades siempre que tenga una salida de emergencia si sus decisiones no tienen éxito.
Aprovecha al máximo el tiempo con el jefe fantasma. Redacta una lista de preguntas y atrápalo cuando se encuentre en la oficina. A la vez, ponlo al tanto de todo lo que ocurre. Si tu jefe pasa la mayor parte del tiempo fuera de la oficina, compromételo a que te conceda citas breves, en las cuales le digas con claridad la forma en que quiere que tomes las decisiones.
A contrario de los dictadores y los prepotentes, los vacilantes, los débiles y los fantasmas son a menudo tolerantes si uno aprende a trabajar con ellos. Si el hecho de pensar que haces el trabajo y él recibe un buen sueldo y goza de una posición elevada, no te causa dolor de estómago, podrás sobrellevar la situación. Quizá ganes en experiencia, en capacitación o te prepares para ocupar el puesto de tu jefe en el futuro. Si esto es lo que deseas, esfuérzate por obtener los mejores resultados y considera tu eficiencia como una recompensa. Si la incapacidad de tu jefe te saca de las casillas, busca otro mas confiable.
Jefes fanfarrones y egomaniacos
Todos los jefes tienen su ego. El problema reside en que algunos tienen egos que se extienden por todos los rincones. Prácticamente no se puede entrar a una oficina sin toparse con su vanagloria. Los egomaniacos son impacientes: juzgan a los demás. Se atribuyen méritos y a menudo no son demasiado brillantes. Eso sí, son capaces de crear métodos ingeniosos para satisfacer su vanidad. Se preocupan tanto por adquirir renombre, que ignoran los problemas mas sencillos. Juzgan el rendimiento de los empleados en forma vaga y subjetiva. En consecuencia los empleados intentan ser aceptados y aprobados, adulando al jefe; trabajan con el único fin de impresionar al superior. y esto alimenta el ego del jefe, pero no las arcas de la compañía.
Algunos egoístas prefieren el sultanismo: adoran estar rodeados de esclavos que los admiren. A otros les gusta gobernar desde lo alto; dirigen por medio de memorandos, establecen normas y redactan edicto soberanos.
Los jefes fanfarrones a menudo sufren problemas de postura. Se recuestan en sus sillas, ponen los pies sobre el escritorio y, por lo general, están distraídos cuando les dices cómo solucionar los problemas fundamentales del departamento. Gran parte de ellos se preocupan por los símbolos que muestran estatus: títulos, el espacio de la oficina, la tecnología ostentosa.
¿Cómo tratarlos?
Deberás ser lo más específico y concreto que puedas. Trata de que los demás te apoyen. Por ejemplo, si deseas comprar una impresora, consulta algún experto. Debes tener tacto. No le des al jefe la sensación de que has buscado aliados para atacarlo. Trata de ignorar, de forma selectiva, los pedidos más estúpidos e imposibles de cumplir. Si a tu jefe no le interesan tus ideas, ni tu motivación; si está tan compenetrado consigo mismo, que no permite que te sientas satisfecho con tu trabajo, debes buscar otro jefe. Mientras tanto, debes olvidarte por completo de hacer sugerencia alguna. Posterga tus ideas hasta que encuentres la posibilidad de platearlas en un terreno más fértil.
Jefes compinches o paternales
Los jefes que asumen el rol de papá o mamá suelen solucionarles los problemas al personal en vez de enseñarles a resolverlos por sí mismos. No los ayudan a reconocer sus limitaciones, los encubren. Esta clase de directivos suelen creer que saben qué es lo mejor para su personal. Tratará a todos por igual, evitando recompensar o reconocer a aquellos que trabajaron más, y no pensarán en incentivos que los haga mejorar.
Los jefes excesivamente democráticos, se niegan a tomar medidas disciplinarias. Dejan que los empleados hagan lo que desean en vez de guiarlos por el camino correcto. Si ponen más atención en enterarse de quién está contento y no de quién produce, el objetivo esencial se verá afectado. La atmósfera agradable del primer momento se degenerará a medida que la eficacia de la empresa disminuya.
Existe una diferencia entre el jefe que se interesa por ti y aquel que quiere hacerse cargo de ti. El primero te respeta como persona, el segundo te considera incapaz de hacerte responsable por ti mismo. Hay una gran diferencia entre el jefe que acompaña y el que lo arregla todo. Al evitar que sufras las consecuencias de sus equivocaciones, se asegura de que nunca aprendas, nunca desarrolles todo tu potencial.
¿Cómo tratarlos?
Concéntrate en tu trabajo; si tu jefe se desvía de lo estrictamente laboral, dirige la conversación hacia ese tema. Aprende a disentir con tu jefe sin perjudicar la cordial relación que existe entre ustedes. Resístete a convertirte en un ser demasiado dependiente. Toma decisiones por ti mismo/a, comienza a ejercer tu libertad. Controla tu grado de amistad. Resulta agradable tener una relación amistosa con el jefe, pero es muy extraño que jefe y subordinado puedan convertirse en amigos íntimos. Lo mejor será mantener una razonable distancia.
Problemas de autoridad
El poder provoca sentimientos fuertes pero variados, en aquellos que se resisten a la autoridad. Si eres uno de ellos, te sentirás atraído/a por el poder y lo rechazarás al mismo tiempo. Si tus sentimientos con respecto a la autoridad son extremos, te será muy difícil modificar tus actitudes básicas. A muchos les resulta prácticamente imposible alterar su reacción instintiva ante la autoridad, aún tras años de terapia.
En este caso, busca un jefe que confíe en ti y te apoye, y no uno que sólo sepa dar órdenes. Si cuentas con una experiencia adecuada intenta elaborar las reglas en ves de que ellos te impongan las suyas.
Ingresa en un lugar flexible y abierto y no en uno que se atenga estrictamente a las normas. Los rebeldes trabajan mejor en el desarrollo de un producto que en las tareas administrativas. Busca un empleo en el que no se te supervise en forma constante. Haz lo que es inteligente en cualquier circunstancia: trabaja en algo que subraya tus potencialidades y disminuye tus puntos débiles.
¿Cómo tomar decisiones laborales?
Guíate por el corazón y la cabeza; se sensato/a, pero opta por lo que mas te atrae. A menudo los sentimientos fuertes, señalan necesidades enterradas en nosotros. si no tienes en cuenta tus sentimientos, puedes ignorar una verdad escondida que te acosará y hará fracasar.
Se flexible. Lo que se dobla no se rompe. Recuerda que, independientemente de que hayas planificado tu carrera con extremo cuidado, debes tener confianza en ti mismo y dedicar toda tu energía al trabajo, la vida siempre da sorpresas. Establece tus objetivos, pero deja lugar para los imprevistos. Los cambios, los riesgos y el crecimiento serán parte de tu vida laboral.
Aprende a recibir críticas. Algunos parecen dispuestos a hacer cualquier cosa para que no los desaprueben, en especial si el juicio proviene de algún superior. Para evitar las críticas deberías renunciar a tu individualidad y hacer sólo aquellas cosas en las que los demás están de acuerdo. Si te limitas a hacer lo que los otros pretenden, te convertirás en un restringido y aburrido.
Encuentra a alguien que te dirija y apoye, que crea en ti y te anime a desarrollar tu potencial. Un amigo, tus padres, o tu cónyuge pueden avivar tu ego, ayudándote en tiempos difíciles, conduciéndote por el camino de la sensatez.
El trabajo es parte fundamental de nuestras vidas. Es un medio de autodescubrimiento y un vehículo para el desarrollo humano. Pro no es el único medio para lograr estos valiosos objetivos. La vida en familia, los servicios a la comunidad, los deportes, las manualidades, los viajes, y la educación constituyen otras formas de satisfacer nuestra necesidad de pertenecer a un grupo, de estimular la mente y autorrealizarnos.
Algunos son adictos a sus empleos. Son adenalino-dependientes que necesitan estar estresados para sentirse vivos. El agotamiento que les produce la sobreexigencia es su sedante.
Todos necesitamos que nuestro trabajo se transforme en parte satisfactoria de nuestras vidas. Pero también necesitamos tiempo para conocer qué sucede a nuestro alrededor y hacer que nuestro ambiente laboral sea lo más beneficioso posible.
Debemos asimilar la responsabilidad de nuestra propia satisfacción y motivación laboral. Tenemos que aprender a exigir una mejor dirección, y a obtenerla. Pero también debemos utilizar estas estrategias para asegurarnos una vida segura, pacífica y gratificante para nosotros y para nuestra familia.

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A veces comenzamos a notar cosas raras en la oficina, como que nuestro jefe siempre está de mal humor con nosotros o que nos cambian de lugar sin previo aviso y a los pocos meses recibimos la noticia de que estamos despedidos sin esperarlo. Para que esto no pase y estés preparado ante un posible despido de tu empresa, te vamos a hablar de las cosas que pasan en tu lugar de trabajo y que pueden h ...

POLITICA F1 RED BULL NOTICIAS F1

Christian Horner ha criticado a los oficiales de F1 por actuar "demasiado conservadoramente" durante la sesión de calificación de Monza, que sufrió lluvias. El público local e internacional reaccionó con frustración, ya que el control de carrera repetidamente retrasó en incrementos de 15 minutos la sesión de calificación debido a la lluvia. "Para ser honesto, creo que actuaron de ma ...

FORCE INDIA MERCEDES NOTICIAS F1 ...

Los jefes de Mercedes piensan que el equipo de Force India cometió un error en Montreal. En realidad, el error puede haber sido cometido por Sergio Pérez, después de que sin duda le costó a su compañero de equipo, Esteban Ocon, un podio el domingo al negarse a obedecer las órdenes del equipo. Pero el mexicano Pérez niega que en realidad se le pidiera que dejara que Ocon se fuera a Montreal. " ...

Curiosidades sobre Videojuegos Arcades Capcom ...

En el mundo de los videojuegos, existen algunos títulos y sagas que se han convertido en joyas referenciales para los amantes del entretenimiento digital. En algunos casos se debe a la dificultad de los juegos, en otros a la belleza de sus historias, y en otros a lo pobre y horripilante de su desarrollo. El caso de Ghost n Goblins figura dentro de los primeros. Un juego que destacó por su dificult ...

Curiosidades

Los autos que alcanzan cientos de millas en pocos segundos todos sueñan con tal experiencia de manejo. Pero marcas como Bugatti, Ferrari, Porsche Etc exigen millones de dólares por sus populares modelos. Aquí la lista de los 10 coches más caros de 2014. 10 Mercedes Benz CL65 AMG Coupe, $ 215,500 El modelo 2014 de CL65 AMG Coupé de Mercedes Benz cuenta con un motor Bi-Turbo V12 más potente. De h ...

Críticas Netflix Películas ...

Hablemos de Cómo deshacerme de mi jefe. La buena fama que se ha forjado Netflix en temas de series es incontestable; la plataforma no se da basto con trabajos que entusiasman al gran público (Stranger Things, 13 Reasons Why) sino que también va a por producciones que conquistan los más prestigiosos premios (The Crown, Black Mirror). Pero en cuanto a temas de película, la historia no se repite; gra ...