Genius: Picasso – El retrato de un genio entre colores y sombras

Estamos viviendo una nueva era dorada en la televisión anglosajona que lleva varios años y se ha propagado por otros países de diferentes idiomas. El año pasado, National Geographic, una cadena que ha forjado su plantilla televisiva a base de documentales y programas de índole educativo, se sumó a la tendencia de series antológicas gracias a Genius. El proyecto, creado y desarrollado por Noah Pink y Ken Biller, narrar la vida de un genio diferente en cada temporada. La primera temporada se centró en la figura del físico alemán Albert Einstein (interesa de forma magistral por Geoffrey Rush); y la segunda, que se estrenó en abril y culminó hace un par de semanas, tal como su título adelanta, Genius: Picasso, construyó la vida y obra del artista español.

Genius: Picasso vuelve a contar con el mismo equipo de su temporada predecesora; y aunque se inspira en enaltecer la figura del pintor, también tiene fallos que difuminan el resultado final. Sin embargo, tras una sorpresiva acogida en los premios Emmy (consiguiendo nominaciones en los apartados principales) creemos propicio traer nuestra reseña sin spoilers sobre la temporada.

Al tratarse de una serie antológica no hay necesidad de hablar de la primera temporada para apreciar la segunda. Sin embargo, en vista de la innegable similitud, en forma y fondo, que hay entre ambas, es imposible no hacerlo.



Cero innovación, mucha emulación

Genius: Picasso juega con dos líneas temporales, donde el ascenso a la fama del pintor es el punto de quiebre. En todos los episodios -que son diez en total- vemos una versión joven de Pablo Picasso (interpretado por Alex Rich) luchando por hacerse un nombre y forjar un estilo propio; y también vemos una versión madura (Antonio Banderas) quien ya goza las mieles de la fama y el reconocimiento. Más allá de la figura de Picasso, la conexión entre ambas líneas es su apreciación del arte y las mujeres. Mientras, otros debates van delineando la personalidad del español; tanto en su juventud, marcada por la religión y las amistades; como en la adultez, influenciada por la política y la guerra.

Ambos personajes, Einstein y Picasso, tienen semejanzas. Fueron dos jóvenes errantes que partieron de su ciudad natal a temprana edad para perfeccionar sus dones. Las mujeres siempre jugaron un papel relevante en sus vidas. Sus caracteres reacios y convicciones políticas le convirtieron en un blanco de la política Nazi en plena Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, apostar por un mismo tono narrativo, no ha sido buena idea.

Genius: Picasso, al igual que la temporada de Einstein, recurre a un tono melodramático, excesivo; pero a la vez dota a la versión joven del protagonista de una personalidad un tanto ingenua que resulta poco convincente. Y digo así porque a pesar de que la idea de la dualidad temporal es buena, permitiendo jugar con hechos y paralelismo en la juventud y adultez del artista, muchas de las veces parecen personajes distintos. Y allí empiezan los problemas. La dirección de Alex Rich (el joven Picasso) y Johnny Flynn (el joven Einstein) es igual, mismos gestos, mismas expresiones, es como si los actores se inspirasen en un mismo personaje. En cambio poco tiene que ver la interpretación de Rich con la de Antonio Banderas.

La emulación del estilo continúa. Cometiendo los mismos errores de narrativa; explicando en una escena lo que acabamos de ver en la anterior o lo que estamos a punto de ver en la otra. Y a veces hay giros de tono injustificables. Del melodrama a la “comedia” (como la pelea entre Dora y Marie-Therese) hasta escenas burlescas (los encuentros de Pablo y sus amigos Max Jacob y Guillaume Apollinaire). Visualmente carece de interes por crear planos complejos. Es que incluso Samantha Colley quien participó en Genius: Einstein como Mileva Maric, la primera esposa del físico; y repite en Genius: Picasso como Dora Maar, una de las amantes del pintor, parece interpretar el mismo personaje; probablemente no por culpa de la actriz sino por un director que apuesta sobre seguro. Y falla.



Genius: Picasso o más sombras que colores

El principal afectado de un trabajo de dirección tan plano es Pablo Picasso. En ningún momento, a lo largo de los diez episodios, se percibe esa genialidad de la que tanto hablan los personajes. Que, por cierto, es lo único que hacen. Si bien es un acierto que hayan incluido tantas figuras, que jugaron roles determinantes en la vida de Picasso, quedan en un segundo plano constantemente, carentes de matices y conflictos bien desarrollados.

El guión trata de abarcar mucho y acaba rasgando muy poco. Se queda en un relato superficial y pueril de un hombre que, como una de las líneas de diálogo apunta, “vivió sin límites”. Sus convicciones y conflicto se quedan en simples diálogos que no trascienden dentro de la historia falta de sensibilidad.



El talento notable

Lamentablemente Genius: Picasso flaquea en sus dos principales soportes. Sin embargo, no hay que echarle tierra a toda la producción que goza de grandes aciertos como el trabajo de Antonio Banderas en el papel de su vida. De hecho, si Genius contase únicamente con la versión adulta del personaje, estuviésemos ante otra serie. Una mejor. Clémence Poésy, también está impecable como Francoise, dotando de humanidad a un personaje que está aprendiendo a vivir a través de la veteranía de Picasso. Aisling Franciosi, como Fernande, el primer amor del pintor, es el otro gran acierto en un amplio elenco de secundarios. Sin embargo, Alex Richard, como hemos dicho, tal vez víctima de las exigencias de la dirección, brinda al personaje de gestos impostadísimos; y lo peor, hace uso de un acento poco orgánico con un tono de voz que parece imitar a Antonio Banderas como el Gato con Botas. Terrible.

La puesta en escena, bastante esmerada, ambienta las laberínticas calles de Barcelona, Madrid y París; siendo el vestuario el complemento de un diseño acertado.

Ver Genius: Picasso deja una sensación de decepción. La producción (nuevamente encabezada por Ron Howard) sabe que tiene entre manos la historia de un hombre brillante pero es incapaz de hurgar en las emociones y en los impulsos que le definieron como artista. Que le convirtieron en el padre del cubismo y uno de los mayores exponentes de arte que ha parido España.

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