El renacido (The Revenant), sangrienta poésia visual

Después de ganar en la pasada edición de los Oscars 4 de 9 nominaciones con su película Birdman, el director mejicano Alejandro González Iñárritu se inspira en una parte de la novela de Michael Punke, en la que se relata las aventuras de Hugh Glass (c. 1780 — 1833), un trampero estadounidense. La más sonada de todas, fue el ataque de un oso que lo dejó moribundo a pie de las gélidas montañas.

Año 1823. En las profundidades de la América salvaje, el explorador Hugh Glass (Leonardo DiCaprio) participa junto a su hijo mestizo Hawk en una expedición de tramperos que recolecta pieles. Glass resulta gravemente herido por el ataque de un oso y es abandonado a su suerte por un traicionero miembro de su equipo, John Fitzgerald (Tom Hardy). Con la fuerza de voluntad como su única arma, Glass deberá enfrentarse a un territorio hostil, a un invierno brutal y a la guerra constante entre las tribus de nativos americanos, en una búsqueda implacable para conseguir vengarse.

Un dato que desconocía, es que ya existe un film de 1971 titulado Man in the Wilderness que relata dichas hazañas. Sin saberlo, Iñárritu nos cuela un remake, pero visto el film, no me importa. Lo que nos ofrece el mejicano es una sensacional, poderosa, tensa, cautivadora y épica historia de supervivencia, donde la venganza se sirve en plato frío, y aquí está congelado.

Un film para degustar con calma, con unos encuadres cuasi perfectos y de gran belleza poética. Por no mencionar esos planos contrapicados del paisaje que dan un efecto esférico espectacular. La película intercala perfectamente la quietud de los parajes con la tensión aportada por la propia historia y realzada por la minimalista composición de Ryuichi Sakamoto. Todo ello sin tener que recurrir a rimbombantes escenas de acción mantiene al espectador en tensión y expectante.


Por momentos, el film se vuelve sangriento y feroz, sobre todo, en su último tramo. Pudiendo llegar a ser repulsiva para gente poco acostumbrada a fuertes dosis de hemoglobina. A los más frikis, les recordará a la magnífica Ravenous, aunque, argumentalmente poco tienen que ver.

Al margen de que resulta difícil creer que alguien sobreviviría al ataque de un oso de la magnitud que nos muestra El Renacido -magnífica escena- y acontecimientos posteriores que conlleva el ataque, el film goza de un realismo inusual. Son pequeñas licencias cinematográficas en las que hemos de entrar para disfrutar el film en toda su magnificencia.

La obsesión de Iñárritu por otorgar esas cotas de realismo a todo el conjunto, han conducido a los actores y equipo técnico por un auténtico infierno durante el rodaje, hasta el punto de abandonos y despidos.


Las condiciones climatológicas y situaciones de riesgo han sido el principal problema a la hora de llevar a cabo la producción a buen puerto. Por suerte para unos y desgracia para otros, podemos decir que lo han conseguido.

Con una muy buena puesta en escena, una gran labor de vestuario, y recreación de los escenarios, aunque, la mayoría son en plena naturaleza y rodando con luz natural sic, la ambientación está realmente conseguida.

Otro apartado que hay que mencionar, es el sonoro. Que suma realismo a las escenas con todos sus efectos, pues la banda sonora, además, de ser extremadamente minimalista no copa todas las secuencias del film.


El personaje de Glass (DiCaprio) no tiene diálogos por lo menos en el 80% de la película, aun así, la interpretación de DiCaprio es tan gesticular sin caer en falsa interpretación o sobreactuación, que demuestra, una vez más, su gran talento como actor.

Esperemos que de las 12 nominaciones que tiene el film, que incluyen la de mejor actor principal, y tras escaparse de sus manos en numerosas ocasiones, la Academia sea consecuente y le dé de una vez por todas el galardón. Que bien merecido lo tiene, por su brillante interpretación y por acumulación de ocasiones.


En el rol secundario, tampoco hay que restarle ningún mérito a Tom Hardy (Origen). Éste demuestra que sigue en la cresta cuando se trata de papeles con una fuerte personalidad. Su interpretación de John Fitzgerald es realmente plausible.

Por último, como aspecto negativo ínfimo, los pasajes oníricos que ayudan a entender de donde surge la fuerza espiritual de Glass, están bien enlazados en el contexto, pero perturban un poco la dinámica de la historia.
Y por otro lado, la fuerte presencia de la fe en Dios, a título personal, me sobraba. Si bien, en el film no llega a desentonar. Me parece lógico que Glass se aferra a algo más que el simple deseo de venganza personal, totalmente lícito teniendo en cuenta su calvario físico y moral.

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