Cámara réflex en mano me dispuse a fotografiar lo mejor de este maravilloso país. Me fascinó Estambul, la cual me recuerda en cierta medida a Roma por aquello de ser una ciudad-monumento en la cual a cada paso puedes encontrar los vestigios de un nuevo templo, una nueva civilización, una nueva época histórica, etc.
Lo que más me sorprendió de mi viaje fue que Turquía no era tan distinto cualquier país de Europa como me suponía, y más bien, me pareció en todo momento no haber salido de Europa (a pesar de tener una religión distinta al cristianismo), de hecho, en mi viaje a Marruecos (que está al lado de España), me encontré cosas mucho más distintas a nuestro país que las que me pude encontrar en Turquía. Curioso, ¿verdad?, y es que ver mundo abre la mente, y te quita viejos prejuicios.