Cocinando un Gran Viaje

Advertencia, en este post no vamos a tratar de dar información útil de como preparar un gran viaje, ni dar consejo de ningún tipo. Simplemente es una muestra de todo lo que sentimos en los meses previos al viaje.

Hace cinco meses que deje el trabajo y justo uno que comencé esta aventura. En nuestras primeras jornadas rodando por California, alguna vez ha surgido la pregunta ¿Os acordáis de cómo estábamos antes? Diréis ¡pero si hace nada que os habéis  ido! Es verdad, pero ya no queda nada de esos tiempos de madrugones (aunque siempre llegaba tarde), metros abarrotados, táperes, lunes… Siguen estando ahí pero de otra manera.

Tranquilos no me voy a poner a contaros lo maravillosa que es mi vida ahora (que lo es y mucho) la verdad no soy muy fan de poner los dientes largos. Como ya contamos anteriormente los viajes tienen tanto cosas buenas como malas y al que le parezca que dejarlo todo e irse es fácil es porque nunca ha salido de su estado de confort.

Este es un post común de la vuelta a la tortilla en el cual, os contaremos cómo se fue cocinando este nuevo yo viajero,  cada uno a nuestra manera y siguiendo la receta de nuestra querida tortilla de patatas.

Primero, seleccionamos los ingredientes siendo conscientes del tamaño de la tortilla y para cuando la queremos (Patatas, cebolla, huevos, sal, aceite) . Esto nos llevó los primeros meses como dice Miguel:

Fui consciente de verdad de que me iba de viaje, dejándolo todo atrás las navidades del 2016.

Hasta ese momento todos los preparativos previos que estaba realizando con vistas a esta aventura eran como meros trámites que tenía que realizar pero sin ser consciente de que me iba de verdad.

Fueron el definitivo punto de inflexión para que me diese cuenta de que me iba a hacer el gran viaje de mi vida. Un pequeño mareo y vértigo hizo presa de mí y no me iban a abandonar hasta un mes antes de irnos.

Aunque os cueste creer, hasta ese momento no veía de verdad que el momento se acercaba, es como si mi cerebro hubiese sufrido una alteración para pasar por alto todo lo que tuviese que ver con el viaje y a pesar de estar haciendo los diferentes trámites que implicaba, entraba como en una fase de stand by de la que no era consciente. Debe ser que soy de reacción lenta y es así como mi mente cuida de mí para que no me altere.

Parece mentira que con el tiempo que llevábamos planeando esto (2 años) y no fuese hasta 4 meses antes que me diese cuenta de que la partida era inminente. A partir de ese momento mi cabeza comenzó una serie de transformaciones y alteraciones de todo tipo, no siempre fueron agradables.

Comenzar un viaje así en que dejas tu trabajo, tu casa y todas las cosas a las que te atas en tu día a día es un cambio muy fuerte para cualquiera, y más cuando no sabes la fecha de retorno.

Después de las Navidades todo se precipitó, fue como una carrera larga en el que al final haces un sprint en el que lo das todo para llegar en menos tiempo a la meta. Pues así fueron los últimos 4 meses.

Y de repente ENERO y FEBRERO vuelan del Calendario y nos plantamos en MARZO.

Otro paso definitivo en este pequeño viaje interior, antes del gran viaje, fue que tuvimos que dejar nuestra casa en la que habíamos vivido durante dos años (y que fue nuestra primera casa compartida por Ori y por mí), y tener que deshacerse de un montón de cosas acumuladas en ese tiempo.

Tendemos a quedarnos pegados a muchas cosas de nuestro día a día, y en mi caso es más acusado porque me cuesta mucho desprenderme de cosas aparentemente inútiles pero que para mi adquieren un significado especial por motivos que desconozco (Principio de Síndrome de Diógenes quizás). Creo que para mí fue el momento más difícil de todos, y el que más me costó afrontar, porque significaba el paso definitivo, no había vuelta atrás.

Los padres de Ori, que son los que nos acogieron los dos meses previos a irnos, tuvieron una paciencia infinita y nos recibieron con los brazos abiertos. Para mí era importante conservar las cosas de las que no pude ni quise desprenderme (mis pelis y mis libros) y ellos me hicieron un hueco en su casa para nosotros y todos nuestro cachivaches. Por eso y por todo lo que me consintieron y me facilitaron la vida, mi infinito amor para ellos.

Mientras tanto mi mente divagaba en ese entonces por todas las primeras impresiones que me podía llevar de nuestro primer destino, California, y repasaba una y otra vez el bosquejo de itinerario que habíamos propuesto. Los lugares que visitaríamos, no dejaba de pensar una y otra vez en todos los peligros que me podía encontrar en el camino.

Quizá muchos de vosotros no lo entendáis, pero soy una persona pesimista por naturaleza y es algo que no puedes evitar, en este caso tu mente va a otro ritmo y se monta sus propias películas de lo que el futuro puede deparar. Siempre son pelis de terror o thriller policíacos, pero ya estoy acostumbrado a esto y salvo los pequeños momentos de pánico mental, los tengo controlados

ABRIL fue el mes definitivo, ultimamos los detalles pendientes, y por fin dejé el trabajo. Era algo que me estaba costando afrontar, porque el trabajo es algo en el que tu mismo te creas responsabilidades que no te corresponden, y en el que te crees la persona más irremplazable del mundo.

En mi caso por lo menos es así, y es a lo que más me resistía en está última etapa de la preparación. Pero llegó el día y deje el trabajo, y ¿sabéis que? no pasó absolutamente nada.

El mundo siguió girando y la empresa para la que trabajaba no se fue al carajo ni nada raro.

Segundo mezclas todos los ingredientes en un bol y te dispones a calentarlos en la sartén. ¡Paso complicado puedes quemarte! Esta es mi especialidad:

Te levantas un día a las ocho de la mañana, sola sin necesidad de despertador. Simplemente tus ojos se abren de par en par y piensas ” pero si cuando trabajaba era incapaz de levantarme antes de las 9″. Intentas volver a dormir y seguir soñando con el canadiense rubio como a cerveza pero no hay manera. Empiezan a resurgir lo que yo llamo el remolino de sentimientos, algo que llevas padeciendo desde el primer día que dejaste de ir a la oficina y que aumenta con la llegada de la fecha de partida. Los síntomas son:

MIEDO

Lo bueno es que dura poco, suele darse cuando comienzas a plantearte cosas de gente grande: no tengo trabajo, casa, marido… Es bueno tener esas cosas pero no obligatorio, lo malo es que te lo meten a fuego en la cabeza y por ello empecé a tener  ideas tipo…..“madre mía Almu donde te has metido, estabas fija en un despacho con gente súper maja que te apreciaba un montón, es cierto que ganabas poco…pero ahora no tienes nada, casi 30 palos y ni pensado tener tu propia casa”.

Como dije esto acabó pronto, el día que empecé un curso todo esto se evaporó. Como que no tenía ni tengo nada, he ganado el premio gordo: Tiempo. Sabes la alegría que da hacer las cosas cuando quieres, la casa, el novio y el trabajo ya vendrán tengo tiempo de sobra y los 30 son los nuevos 20 no? Y si no me da IGUAL.

gran viaje


gran viaje


TRISTEZA

Es la más complicada, a veces lloraba sin sentido y luego reía, estaba muy loca (según Ori sigo).  Cuando pensaba en mi familia (mi perro) me daba el bajón. Nunca he estado lejos de ellos más de un mes. En mi casa si no están mis padres, están mis hermanos y si no los niños. Siempre quise mi espacio, aunque era más cómodo para mí estar tras ellos protegida del mundo.

Después entendí que tanto ellos como yo necesitábamos esto, yo tengo que ser independiente y ellos deben de acostumbrarse a que ya no soy una niña. Podría haberme ido de casa a otro barrio, pero como siempre he sido muy brutica mejor poner un océano entre nosotros.

ALEGRÍA 

Este y el siguiente son los síntomas más duraderos. ¿Sabéis esa sensación de la última hora en el trabajo antes de irte de vacaciones? Pues ampliarla por mil. Es verdad que tenía miedo a lo que se me venía después aún así decirle adiós a la mesa donde me senté durante seis años de diez a siete no tuvo precio. Las despedidas de los compañeros y las cervecitas… Fue muy bonito. Después montar la mochila, hablar con la gente del viaje, pensar en las cosas que iba a ver y hacer  me hacía muy feliz.

gran viaje


gan viaje


NERVIOS

Siempre al acecho, No se me quitaron hasta que no salí del aeropuerto de L.A. Mira que hacíamos cosas para no pensar todo el día en el viaje pero no había manera.

La mochila que tanto me alegraba hacer pasó a ser un pequeña pesadilla. Esto no cabe, esto fuera, ahora pesa mucho, ¿qué hago sin aquello?… Mi madre me oía despotricar por mi boca y no entendía un carajo lo que me pasaba, la verdad que para él carácter que tiene tuvo mucha paciencia.

Luego el hecho de entrar en USA, que si la “ESTA”, los documentos, las vacunas, despedidas,…ahhhh!

Y llegamos a Los Ángeles, no tuvimos ningún problema y todos los nervios se fueron.

Tercero servir la tortilla y lo mejor de todo… comérsela. Ori es una experta en esto de servir buenos platos:

Mucha gente piensa que para cambiar tu estilo de vida hacen falta muchas cosas, algunos hablan de ganar la lotería, otros piensan que es necesario jubilarse para disponer de todo el tiempo del mundo, algunos incluso desechan por completo la idea misma de cambio con excusas tan variadas como imaginativas.

Por el contrario yo pienso que lo único que hace falta para tener la vida que quieres es tener una idea poderosa. Una idea que desprende energía y que si tuviera un color fuera roja por dentro y amarillo reluciente alrededor.

La energía que desprendió la idea de una vida nómada fue tan grande que un dos de mayo me trajo de vuelta al otro lado el Charco con la promesa de construir una vida en la que me sienta en conexión con lo que hago.

Cuando me encontré a mí misma viajando por las carreteras de California en compañía de mi mejor amiga y del amor de mi vida tuve que tragar saliva para que no se me escaparan lágrimas de felicidad. Crecemos rodeados de imposiciones sociales que a veces son muy claras y otras vez se camuflan tanto que es difícil saber qué ha sido idea nuestra y que nos viene dado. Por eso esta parte de mi vida se parece muchísimo a lo que mi mente asocia con la palabra libertad.

No tengo ninguna fórmula que compartir porque lo que hice para llegar a este lado del espejo fue creer firmemente en mí misma y en mi capacidad de soñar. Lo demás: el dinero, el tiempo, las circunstancias simplemente fueron parte del proceso y del aprendizaje no fueron más la meta sino las herramientas que me ayudaron.

Cuando hablamos con nuestros amigos y familia solo obtenemos frases de cariño y de ánimo que nos hacen estar tranquilos porque estando de viaje te das cuenta de que no tienes que decidir entre ellos o el viaje, que todos están en la mochila conmigo.

Este viaje era necesario no sólo porque existía en mí una profunda necesidad de conocer a través de mis propios ojos las diferentes realidades que coexisten en nuestro diverso mundo, sino también necesitaba por encima de todo TIEMPO.

Ahora reparto mis días entre sitios que visitar, siestas, clases de Ukelele que me da mi teléfono móvil y toda clase de cosas que la mayoría de personas considerarían como no prioritarias.

Ahora se abre el nuevo capítulo y se trata de traer la disciplina a nuestras vidas, tener todo el tiempo del mundo a tu disposición conlleva la gran responsabilidad de gestionarlo a tu manera cosa que nadie nunca me enseñó. Así que estamos creando pequeñas rutinas que nos ayude en nuestra idea de vivir en movimiento por un buen tiempo.

Nota: Los dibujos no son capturas de internet, los he dibujado yo y pintado con Illustrator, es lo que tiene eso de tener tiempo para hacer lo que te gusta.

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Fuente: este post proviene de vueltaalatortilla.com, donde puedes consultar el contenido original.
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